La familia de Alejandro Jiménez, el legionario mallorquín fallecido en 2019 al recibir un tiro durante un ejercicio con fuego real en Alicante, quieren acusar de asesinato al sargento que disparó. Los allegados al joven sostienen que no cometió una imprudencia, como señala el auto de procesamiento del juez militar, sino que fue un acto intencionado. La Justicia castrense no contempla los delitos de homicidio doloso o asesinato, por lo que reclaman que el asunto pase a la jurisdicción penal ordinaria y poder así imputar esa acusación al sospechoso.

En un escrito dirigido anteayer al Juzgado Togado Militar número 23 de Almería, que investiga los hechos y ha procesado ya al sargento y otros siete legionarios por la muerte de Jiménez y las intentos de ocultar lo ocurrido, el abogado de los familiares sostiene que las investigaciones de la Guardia Civil excluyen que se trate de un homicidio imprudente. El letrado explica que el principal acusado gritó una orden que no estaba incluida en la programación del ejercicio ni había sido explicada en las instrucciones facilitadas al pelotón. Indicó a los soldados que abrieran fuego al faldón de una montaña. Jiménez se situó entonces a la izquierda, con el sargento a su derecha.

Alejandro Jiménez.

La víctima agotó poco después la munición y se colocó en posición de «guardia baja», con la rodilla en tierra y el fusil orientado al suelo. Fue entonces cuando, según afirma el letrado, recibió en el pecho el impacto de un proyectil disparado por el sargento desde una distancia de unos 12, 5 metros. Jiménez murió unos minutos después, desangrado por las graves lesiones sufridas. El abogado señala que el acusado ocultó que había abierto fuego con su fusil. La Guardia Civil halló en el lugar siete casquillos disparados por este y concluyó que el proyectil que mató al legionario solo podía haber salido del arma del sargento, quien siempre ha negado la autoría del tiro mortal.

En el escrito, considera que de acuerdo con las pesquisas llevadas a cabo queda demostrado que cuando los integrantes del pelotón estaban alineados, el sargento giró su fusil hacia la izquierda y disparó por encima de dos soldados hacia la posición que ocupaba Jiménez.

El letrado se opone así a la calificación de los hechos que expone el juzgado militar en el auto de procesamiento, que imputa al sargento un delito contra la eficacia del servicio en su modalidad de causar la muerte de otro por imprudencia grave durante la ejecución de un acto de servicio de armas. La acusación expone que a su entender deben ser considerados como asesinato o, al menos, homicidio doloso.

Sin embargo, el código penal militar no completa este tipo de delitos por muertes intencionadas. Así, el abogado considera que el tribunal castrense no es competente para enjuiciar los hechos y reclama que se inhiba en favor de un juzgado penal ordinario, lo que le permitiría imputar al sargento sospechoso los delitos de homicidio u asesinato.