Uno de los restaurantes más populares de Binissalem está de celebración ya que su propietario, Miquel Salom, cumple cuatro décadas al frente. Los precios populares, la comida casera y un servicio muy atento son claves de esta fonda, situada muy cerca del celler José Luis Ferrer.
La abrieron su padre, Jaume Salom, y su madre, Margalida Torrens. «Él era carpintero y un visionario de su tiempo», comenta Miquel sobre su progenitor. El motivo es que a principios de los años 60 empezó a hacer souvenirs con madera de olivo, concretamente piezas de barco, para vender a los turistas, unos detalles que llegó a exportar al resto de España, Francia e, incluso, a las Bahamas, con representantes fuera de la isla. «Justo delante del local había una parada de autobús turístico y aprovechó la ocasión para abrir una tienda en la que vender su producto y, en 1971, creó el bar S’Olivera con el fin de proveer de bebida a los visitantes», explica Salom. Su fallecimiento adelantó la entrada de su hijo en el negocio, quien apostó por cerrar la carpintería y reconvertir el local en restaurante, una empresa que actualmente dirige junto a su esposa, Francesca Sastre.
De lunes a sábado, abren por la mañana y a mediodía. Sirven variats, bocadillos y menús en unos fogones comandados por Manoli Paredes desde hace unos 30 años. La crisis de la covid les ha afectado, como a todo el mundo, pero la fama de sus tapas y especialmente el frit que elaboran mantiene fieles a sus parroquianos.