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Pensar, compartir... | Peguera y Palma hermanadas en el terror machista

Hace dos años empecé esta colaboración con Diario de Mallorca, en la sección de Palma, y el compromiso era que hablara de la ciudad en que nací y en la que siempre he vivido. Así que, como diría mi amigo Lázaro, solo puedo estirar las piernas haciéndome la distraída. Si quiero sacar algún tema ajeno al municipio, lo tengo que hacer como de refilón, sin venir a cuento, a empujones si es necesario. De eso trata la escritura, me decía Enrique. Me acordé de sus palabras al sentarme a escribir y tener mi cabeza llena de las imágenes pavorosas que desprendían las crónicas del asesinato de una chica Búlgara, más joven que mis hijas, en Peguera. Una vez más, Mallorca ha sido escenario del terror practicado sobre una mujer por parte de un hombre. Un hombre que decía no poder vivir sin ella y para demostrarlo, primero la mató.

Me había propuesto hablar de las placas indicadoras de las calles, porque el tema da para bastante, pero mi imaginación estaba saturada con la idea de la chica, Habibe, atrapada y sin poder huir por la puerta del coche al estar esta bloqueada estratégicamente con una pared, también por el cañón de una escopeta acercándose a su sien, por el pánico, por la pena, por el miedo y por la rabia. Unos sentimientos eran míos, otros se los suponía a la joven. También pensaba en la crueldad imperdonable.

No hay vuelta atrás. Bibi, así la conocían, ya no seguirá luchando por su libertad, ni para ganarse la vida ni para reunirse con su familia voluntariamente. Si hay suerte y se recauda dinero para su último viaje a su tierra natal, allá podrá volver solo su cuerpo y será recibida en el mayor de los desconsuelos.

En esas estaba mi cabeza cuando cerca del mediodía del domingo, en Palma, en la calle Blanquerna, son arrolladas dos mujeres con un coche conducido por quien fue la pareja de una de ellas. Palma y Peguera con pocos días de diferencia quedaban hermanadas por el terror machista. La consecuencia del atropello, afortunadamente, no ha sido la pérdida de la vida de las mujeres, pero el miedo o el pánico, la rabia, la crueldad y la pena aparecen en los dos hechos.

Me pregunto si estamos haciendo lo suficiente para recriminar y evitar el machismo asesino. Debido a que antes de ser criminal, el machismo es degradante, humillante, chulesco y abusón. Elevar el rango a homicida –feminicida sería más exacto– parece asombrosamente fácil.

Para ser sincera no me pregunto si hacemos bastante para educar y así prevenir, criticar y castigar el machismo. Es evidente que no. Si no, no tendríamos que lamentar tantos dramas máximos con resultado de muerte ni tantos abusos, violaciones y puteros. Ni tantas mujeres que sufren en silencio y no se atreven a hablar.

Hay que seguir hablando alto y rechazando los comportamientos que se resisten a considerar a las mujeres, en todas sus capacidades y derechos, iguales a los hombres. Y aquí los medios de comunicación también tienen un largo camino por recorrer. Muchos, muchísimos, programas de televisión, varios de radio, un montón de revistas y algunas noticias de periódicos no superan la prueba del algodón. Saldría negro como el carbón.

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