Como casi siempre que se le aproxima un temporal, la presidenta de las buenas noticias y la sonrisa distendida se ha parapetado en el silencio y la distancia al ser pillada de copas en tiempos de pandemia y restricciones de su autoría que ella misma no cumple. Desautorizada por su comportamiento, ¿quién podrá convencernos ahora de la necesidad de ponernos a resguardo? Todo está tan a la deriva que hasta la consellera de Salud ha dicho que cada uno es dueño de su tiempo libre. ¿No nos lo había hipotecado ella para prevenirnos de la pandemia?
Esta vez el temporal es mayúsculo. Tanto que consellers y socios del pacto se han quedado mudos. La carencia de argumentos y el apuro es tan evidente que no han tenido más ocurrencia que la de sacar el cronómetro y ampararse en una indisposición del director general de comunicación de presidencia.
Aprovechar un desmayo de Álvaro Gil a causa de la medicación por presión laboral es una servitud que seguramente sobrepasa al cargo, aparte de una lesión de la confidencialidad.
La explicación dada certifica la inconsciente marcha nocturna de Francina Armengol, fuera de una ejemplaridad y el testimonio que sí va en su cargo. También incide en el despropósito en vez de contrarrestarlo, porque tampoco es de recibo que la presidente se lleve de copas a su responsable de comunicación sujeto a medicación. Ah! y recuerden que todo esto se sabe el día de un debate de política general de la Comunidad del que ya nadie habla.
