Maria Antònia Munar deberá esperar todavía unos días antes de iniciar el periodo de semilibertad que le permite el tercer grado penitenciario, que el pasado miércoles le fue concedido por la Audiencia de Palma. La expresidenta del Consell de Mallorca tendrá que cumplir una cuarentena porque ayer regresó al centro penitenciario de la carretera de Sóller, después de haber disfrutado de un permiso de salida de seis días. De hecho, cuando se comunicó la decisión del tribunal, la reclusa no se encontraba en el centro penitenciario, sino en compañía de sus familiares. Volvió a la cárcel alrededor de las cinco de la tarde de ayer.

Esta cuarentena obligatoria ha sido impuesta por las normas internas de la prisión de Palma, ya que se trata de una medida sanitaria para evitar el contagio del coronavirus dentro del centro penitenciario. Todo recluso que regresa al centro después de haber disfrutado de permiso de salida ha de cumplir esta cuarentena, en la que se limitan sus contactos.

A diferencia de una orden de libertad, que se adopta de inmediato, la aplicación del régimen de tercer grado no es tan rápido. Es la Junta de Tratamiento de la cárcel la que decide las condiciones de este régimen de semilibertad, ya que no todos los presos muestran las mismas características. Lo más habitual es que se permita a la reclusa salir por la mañana del centro y regresar por la noche a dormir. Esta obligación de pernoctar se suele establecer de lunes a jueves, y el resto de noches se les permite dormir en su domicilio. Sin embargo, la Junta de Tratamiento puede adoptar las condiciones que considere necesarias, ya que todo depende de la evolución penitenciaria del recluso. Este régimen de semilibertad, que es el paso previo a conseguir la libertad condicional, no se cumple en la cárcel de Palma, sino en el centro de reinserción. Cabe recordar que el auto de la Audiencia únicamente acordaba que se le otorgará el tercer grado a la expolítica, pero no establecía las características específicas de esta nueva situación penitenciaria.

Por lo tanto, antes de abandonar la cárcel, Maria Antònia Munar deberá esperar al menos diez días, siempre y cuando durante este tiempo la Junta de Tratamiento haya tenido tiempo de estudiar su caso y establecer las condiciones de su nuevo régimen de cumplimiento.

Veinte permisos

Maria Antònia Munar hace ya más de dos años que viene disfrutando de permisos de salida. Al menos ha tenido unos veinte permisos, que se han desarrollado sin mayor problema, ya que siempre ha regresado a la prisión el día y la hora que se había fijado.

Ya han pasado algo más de siete años desde que la Audiencia de Palma ordenara su ingreso en prisión. Esta decisión se produjo inmediatamente después de que el tribunal dictara la segunda sentencia condenatoria contra ella. En concreto, se la condenó a seis años de cárcel por el amaño del concurso de Can Domenge, pero antes ya se le había impuesto una pena similar por el caso Maquillaje. Ambos casos eran por su actuación corrupta al frente del Consell de Mallorca. Posteriormente afrontó otros cuatro juicios, pero con una actitud muy diferente. En las dos primeras ocasiones que se sentó en el banquillo utilizó toda la fuerza que tenía para defenderse, pero ante el fracaso de su estrategia, optó por buscar un acuerdo con la fiscalía. Un acuerdo que le supuso pasar la humillación de confesar ante un jurado popular que era una política corrupta, que se había aprovechado de su cargo público y que había aceptado un soborno económico de un constructor, para amañar a su favor un concurso para adjudicarle un solar del Consell de Mallorca.

Durante estos siete largos años que ha pasado entre rejas, a Maria Antònia Munar no le ha quedado más remedio que ir acostumbrándose al duro régimen penitenciario privado de libertad. Sus intentos de que el Supremo la amparara y anulara las sentencias de la Audiencia de Palma también fracasaron, por lo que la escasa esperanza que le quedaba era buscar la fórmula para conseguir cuanto antes el tercer grado y después la libertad condicional. Todas las sentencias que le recayeron en su contra fueron acumulando penas que sumaban hasta catorce años de prisión. Y además de perder la libertad, las decisiones judiciales le ocasionaron un duro golpe a su economía, ya que todo su patrimonio quedó embargado, para cubrir los perjuicios que había ocasionado a las instituciones que dirigió.

Munar ha obtenido el tercer grado penitenciario en contra del criterio de la Junta de Tratamiento. Los técnicos de la prisión entendían que la posibilidad de que la expresidenta del Consell pudiera volver a cometer un delito era medio alta. Una opinión con la que no coinciden los magistrados de la Audiencia, que afirman que las posibilidades para que Munar vuelva a cometer un delito son muy escasas, dado que ya no ocupa ningún cargo público.

Sin embargo, la clave para que se le conceda este nuevo régimen ha sido el reciente pago de medio millón que ha realizado al Consell de Mallorca.

LAS CLAVES

PANDEMIA

En cuarentena por precaución sanitaria

Munar tendrá que cumplir un periodo de cuarentena obligatoria debido a que ayer regresó a la cárcel tras disfrutar de un permiso penitenciario. Es una medida sanitaria que impone la cárcel para evitar la propagación del coronavirus entre los internos.


TERCER GRADO

Deberá esperar para cumplir el nuevo régimen

La expolítica deberá esperar todavía algunos días antes de empezar el nuevo régimen de semilibertad. Antes de que abandone la cárcel la Junta de Tratamiento ha de valorar su caso.