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Pau de Vílchez: «No habrá una vida digna para el ser humano sin un medio ambiente sano»

«Desaparecerá el 50% de las playas de las islas en los próximos sesenta años si no actuamos ya»

Pau de Vílchez posa para este diario en la UIB.

¿De qué habla en la tesis?

Es un análisis de diferentes casos judiciales que se han presentado en distintos países del mundo para exigir a sus gobiernos que hagan más de lo que están haciendo. O que dejen de hacer cosas que van en contra del cambio climático. El caso más paradigmático se dio en Holanda. En 2015 los Países Bajos pensaban reducir sus emisiones un 16% de cara a 2020 con respecto a lo que emitían en 1990. El objetivo de Holanda era coherente con el de la Unión Europea, pero hubo científicos que dijeron que la reducción tenía que ser de entre el 25% y el 40% para evitar el aumento de la temperatura global. La plataforma ciudadana Urgenda [Urgent Agenda]demandó al Estado y un tribunal de primera instancia le dio la razón, argumentando que el Estado tiene la obligación de preservar los derechos a la salud y a la vida de sus ciudadanos, y estos están amenazados por el cambio climático. Y condenó a Holanda a que realizara las políticas necesarias para reducir al menos un 25% de emisiones. El Gobierno recurrió porque consideraba que un tribunal no puede condenar a un Estado, pero en 2019 el Supremo ratificó la sentencia argumentando que los Estados no pueden hacer lo que quieren en algo tan importante como el cambio climático. En Pakistán, un tribunal ha obligado al Gobierno a rendir cuentas cada mes a un juez sobre todo lo que están haciendo contra el cambio climático. En 2015 se presentó en Estados Unidos el caso Juliana, 21 jóvenes y adolescentes que quieren llevar a juicio al Gobierno por el derecho a un clima estable. Llevan una decena de apelaciones y en febrero de este año un tribunal admitió que la situación es muy grave porque parte de esos niños han vivido en zonas arrasadas por incendios, pero dice que no se declara competente para dictar una orden que obligue al Estado.

En España el Supremo ha aceptado un recurso de Greenpeace, Ecologistas en Acción y Oxfam en el que acusan al Gobierno de inacción ante el cambio climático. ¿Qué recorrido tiene?

Hay que saber de dónde venimos. En 2018 España emitía un 18% más de lo que emitía en 1990, y el Gobierno de Mariano Rajoy tenía previsto seguir aumentando las emisiones hasta 2030. Aquí sí había un caso claro de falta de diligencia y una denuncia hubiera estado muy bien fundamentada. Ahora ir al Supremo es una apuesta muy arriesgada porque el actual Gobierno prevé reducir las emisiones un 20% en 2030. Si ahora emitimos un 18% más que en 1990, eso significa que el Gobierno está proponiendo reducirlas un 40% en diez años. La denuncia considera que ese 20% es insuficiente y es verdad que la ciencia lo confirma: cuanto más tardes en bajar las emisiones, más abrupta será cuando tengas que hacerlo. Ya veremos qué recorrido tiene. Es importante reducir más las emisiones, pero también hay que reconocer que el actual Gobierno está haciendo un esfuerzo monumental en comparación con lo que había antes.

¿Hay que poner el derecho al Medio Ambiente a la altura del derecho a la vida o a la salud?

Es una de las cosas que se plantean. A día de hoy no está reconocido un derecho a un medio ambiente sano, al menos a nivel internacional. Se intenta incluirlo en la Declaración de los Derechos Humanos, pero todavía no se ha reconocido. En todo caso, hay países en los que no existe explícitamente un derecho al medio ambiente sano, pero sus tribunales lo asimilan a otros derechos fundamentales como a la vida o a la salud, como si fuera algo intrínseco. Hemos ido ampliando derechos y, ante la crisis climática en la que nos encontramos, nos tenemos que dar cuenta de que sin un medio ambiente sano, no hay opciones de prosperidad ni de una vida digna para el ser humano. Es una condición básica, y el cambio climático es una constatación científica, no puede ser objeto de opinión. En última instancia los tribunales tienen que proteger a las personas, y por eso reconocen la existencia de este derecho.

¿Algún día podríamos ver a gobernantes juzgados por delitos contra el Medio Ambiente?

La jornada laboral de ocho horas, el voto de la mujer, el divorcio o las vacaciones pagadas eran utopías hace años, pero todo lo es hasta que se consigue. Eduardo Galeano explicaba que la utopía sirve para avanzar porque todos los pasos que dan son un éxito. Hace 20 años que se trabaja la noción de ecocidio, aquellos actos que se hacen para destruir el medio ambiente. Eso se ha intentado incluir en el Estatuto de la Corte del Penal Internacional que hoy juzga crímenes contra la humanidad, pero por ahora sin resultado.

La ley de cambio climático balear prevé reducir las emisiones un 40% en 2030 y restringir la gasolina a partir de 2035. ¿Demasiado ambicioso?

Más que de ambición, me gusta hablar de responsabilidad. El PP, a nivel estatal, era un Gobierno irresponsable porque preveía seguir aumentando las emisiones. En Balears, el Govern fue responsable y pionero al aprobar la ley de cambio climático. El objetivo de reducción de emisiones está en línea con lo que dice la Unión Europea: un 40% menos en 2030 y del 100% en 2050. Es una ley responsable que además se abre a la participación ciudadana y obliga a las empresas a medir cuánto emiten. Ahora lo que hay que hacer es convertirla en realidad. Somos muy dependientes del turismo y eso genera unas consecuencias medioambientales brutales en consumo de electricidad, agua, contaminación... Y unos impactos brutales en términos de bienestar social porque las condiciones de trabajo en la hostelería han sido muy precarias. Incluyendo las cifras de fracaso escolar, muy altas. Ahora con el coronavirus la respuesta parece ser recuperar el turismo lo antes posible. Entiendo que hay gente muy fastidiada, pero no recuperaremos los 18 millones de turistas que teníamos. Estamos perdiendo una oportunidad para generar otros puestos de trabajo. Por ejemplo, en lugar de seguir destruyendo territorio para hacer nuevos edificios, el sector se podría reorientar a la rehabilitación energética. Una de las claves para afrontar el cambio climático es consumir menos energía. Y se podría reducir mucho en los hogares si las casas se rehabilitaran. Otro sector que existe y necesita ayuda, es la agricultura. Para producir todo lo que consumimos, no solo en productos agrícolas, necesitaríamos siete u ocho Balears, lo que significa que nuestra huella ecológica es muy grande. El problema es que lo importamos prácticamente todo. Ahora estoy coordinando un proyecto de descarbonización de islas: La Palma, Arousa, Mallorca, Menorca y Eivissa. Tenemos que partir de nuestra propia vulnerabilidad y pasar a no depender de combustible de fuera. Porque generar nuestra electricidad implica no pagar combustible a dictaduras como Arabia Saudí. Y generar nuestro alimento. No podremos producir todo lo que consumimos de un día para otro, pero hay un potencial muy grande de crecimiento agrícola. Eso pasa por obligar a restaurantes, hoteles y supermercados a tener una cuota mímima de producto local. Y eso generaría muchos puestos de trabajo. Europa pondrá mucho dinero, aprovechemos esas inversiones y no repitamos los mismos errores.

Nosotros también tenemos que cambiar nuestros hábitos, no es solo responsabilidad de las administraciones.

Todos podemos hacer mucho, y todos somos imprescindibles. El Gobierno debe dar facilidades, las empresas deben ser responsables y nosotros, como ciudadanos, tenemos que saber qué votamos, porque loque votamos tendrá un impacto inmediato. Y tenemos una gran responsabilidad como consumidores. Los bancos invierten nuestro dinero en petróleo, gas, carbón, armas y minería que emplea a niños. Pero hay otros como Tríodos o Caixa Colonya que son éticos y que garantizan que tu dinero se invertirá en economía productiva y no especulativa. Si millones de españoles exigieran a sus bancos un comportamiento ético, espabilarían inmediatamente. Otro paso fácil: comprar energía a quien la genere a través de renovables. Som Energia, por ejemplo, que además es una cooperativa que no dedicará los beneficios a contratar a exministros. Si te lo puedes permitir, también puedes poner placas solares en tu casa, ahora hay muchas ayudas. Cómo nos movemos también es muy importante. El coche es un hábito y es muy difícil perderlo, pero ir a pie, en bicicleta, bus o patinete es bueno para tu bolsillo y tu salud. En España cada año mueren 10.000 personas por la contaminación de los coches. Y a nivel interurbano la red de tren está bien, pero queda mucho por hacer. Yo voy en bici a la Universidad. Gano en salud, hago ejercicio, llego de mejor humor y evito enfermedades resporatorias a mis vecinos. También es importante qué comemos; intentemos comprar cerca de casa y productos de temporada.

¿Cuánto subirá el nivel del mar en Balears?

Si no actuamos ya, puede desaparecer el 50% de las playas en los próximos sesenta años, que no son nada. El turismo se tendrá que enfrentar a la pérdida del atractivo de las islas que derivará del hecho de que las temperaturas aumentarán mucho, el paisaje estará más seco y habrá menos superficie de playa. El nivel del mar aumenta de media un centímetro por década, pero se está acelerando a tres. No hay una bola de cristal para saber qué pasará, pero el futuro depende de nosotros. Si somos responsables, limitaremos la subida a 40 centímetros. Si no lo somos, nos iremos a un metro. Eso también implicará contaminación de acuíferos y menos disponibilidad de agua potable.

¿Durante los meses de confinamiento se han reducido significativamente las emisiones en Balears?

Se han reducido, pero no sé cuánto. Ha habido menos gente, coches, aviones... En Balears, en cuanto a emisiones de gases de efecto invernadero, tienen el mismo peso la generación de electricidad y los transportes, un 40% respectivamente. Si lográramos generar toda nuestra electricidad con renovables, eliminaríamos un 40% de nuestras emisiones. En cuanto a la movilidad, emiten más o menos lo mismo barcos, aviones y coches, un 30% de cada. Claro, si dejan de venir aviones y cruceros, eso tiene un impacto muy grande en la reducción de emisiones.

¿Qué lecciones deja la pandemia en relación al cambio climático?

La primera lección es que somos vulnerables. Nos creíamos invencibles y que la economía podía crecer hasta el infinito. Segunda lección: es culpa nuestra. Tercero: podemos responder porque tenemos capacidad para adaptarnos. Hemos visto muchas redes de solidaridad entre los ciudadanos porque lo que permite avanzar a una sociedad es la cooperación, no la competencia. Cuarta lección: no hay prosperidad posible sin un medio ambiente sano. Dependemos de que la naturaleza nos proporcione un clima estable y un aire limpio. Y quinta lección: aprovechemos los esfuerzos que se dedicarán a responder al coronavirus, si vendrá una millonada, invirtamos en gasto público para tener mejor salud y una economía menos frágil. Invirtamos en nuestra salud y en nuestros hijos e hijas. 

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