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Cartulina morada | Joan Mir no se apellida Márquez

Hacía tiempo que no veía una retransmisión de RTVE de motociclismo, ya no recordaba el porqué. Ayer lo hice. A falta de menos de diez vueltas para finalizar el Gran Premio de Aragón, en la categoría reina, al hermanísimo Álex Márquez no se le ocurrió otra cosa que meterse en la cabeza de carrera. Desde ese mismísimo momento, ya importó poco que otro compatriota ganara en el circuito de Motorland -Álex Rins- o que un mallorquín, nuestro Joan Mir, asaltara el liderato del Mundial de MotoGP, relegando al francés Quartararo a la segunda posición de la general. Todo eso, como digo, importó poco, porque lo realmente destacable ayer en el estudio del ente público fue que, desde hace dos carreras, un piloto apellidado Márquez volvía a luchar por conseguir una victoria. Obviaron, por ejemplo, que el hermano pequeño de los de Cervera llevaba más de ocho Grandes Premios arrastrando su Honda por medio mundo o que ocupa la décimo segunda posición de la general, sin pena ni gloria. El trato preferente hacia los Márquez por parte de RTVE ya lo acusaron en su día pilotos como Jorge Lorenzo o Pedrosa, pero la vida, visto lo visto, sigue igual.  

Celebración más que comedida de un Joan Mir que no se conforma absolutamente con nada

Mir es de esos pilotos que no se quita nunca la sonrisa de la boca. Gane, pierda, llueva o truene. Pues ayer, que volvió a subirse a un podio de la categoría reina y, además, asaltó el liderato de MotoGP, a duras penas consiguió hacer media mueca. «No es que no esté contento, lo estoy, pero quería ganar», se sinceró tras bajarse de la moto. Seguro que hay quien puede pensar que el chico resulta incluso arrogante, pero ya les digo yo que no van por ahí los tiros. Mientras otros pilotos estarían celebrando el provisional liderato como si de un campeonato se tratara, Mir no pudo parar de hacer autocrítica: que si los neumáticos, que si el ritmo en las últimas vueltas... De la perfección nacen los grandes deportistas, tiempo al tiempo.  

El fútbol no profesional le gana la partida  a la Primera y la Segunda División

Ayer el Estadi Balear acogió a cerca de 1.000 espectadores en sus gradas. Excepto en alguna zona, que quizás no se respetó la distancia de seguridad obligada por las autoridades sanitarias, lo cierto es que el regreso del público al campo de fútbol fue todo un éxito, se mire por donde se mire. Para los futbolistas, los primeros, pues volvieron a contar con el calor de su gente después de tantísimos meses. Para los propios aficionados, los segundos, que por fin volvían a disfrutar desde las gradas de un estadio. Y para el espectáculo del fútbol, el tercero, que poco a poco camina hacia esa nueva normalidad. Ahora el siguiente paso está claro: permitir meter en un estadio de 20.000 espectadores, al menos a 5.000. A duras penas se cruzará algún aficionado en las entradas del mismo. 

Se rompe la racha de victorias del Mallorca con un empate insulso ante el Mirandés

Insisto, y no es mi intención ponerme pesada, pero después de seis jornadas, esperaba alguna solución más en la zona ofensiva del Mallorca. O mucho cambia la cosa, que todo puede ser, o solo de dejar porterías a cero no recuerdo a ningún equipo que haya ascendido de categoría. Ahora vienen dos semanas moviditas, tiempo más que suficiente para callarme la boca.

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