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El misterioso favoritismo de Francesc Solivelles i Verdera

El investigador Joan Círia ha sido premiado en la última edición de los Premis Castellitx por su trabajo sobre un «polémico» músico que estuvo 40 años al frente del órgano de la Seu

Francesc Solivellas i Verdera.

Más alla del dinero, ¿para qué sirven los premios? La pregunta, mil veces formulada, tiene respuesta: para subsanar errores y plantear interrogantes, aunque no logren despejarse. Y si no que se lo pregunten al pianista e investigador musical Joan Círia Maimó (Felanitx, 1985), galardonado en la última edición de los premis Castellitx que otorga el ayuntamiento de Algaida con la Rosa d’Or de la Pau por su trabajo sobre Francesc Solivelles i Verdera (Randa, 1840; Palma, 1914). Un músico que permaneció durante más de cuatro décadas, de 1866 a 1910, al frente del órgano de la Catedral de Mallorca, siendo uno de los pocos músicos de vida seglar que desempeñó ese cargo desde el siglo XV, y sobre el que pesa la sospecha, en ningún caso infundada, de favoritismos. «De haberse conocido todas las intringulis y puntos de su carrera y cómo no, los interesantes favoritismos que se dieron en los años en que Solivelles estuvo como organista de la Seu, su polémica carrera y su paso por la Catedral habrían tenido muchos más estudiosos», afirma el investigador. «Sinceramente, queda de manifiesto que si consiguió estar más de 40 años al frente del órgano de la Catedral fue debido a descarados favoritismos que hoy no sabemos de dónde surgieron, ni quién estaba detrás», añade.

El órgano mayor de la Seu.

Según ha podido saber Círia, Solivelles había estudiado música y órgano en Palma con el maestro Miquel Tortell, que fue organista titular de la Seu desde 1823 hasta su muerte, en 1868. Dos años antes de expirar, Tortell enfermó y ordenó que fuera Solivelles quien le sustituyera. Pocos meses después se convocaron oposiciones al órgano del templo, con tal de encontrar al candidato apropiado. Se presentaron seis aspirantes: Bartomeu Torres, Andreu Torrens, Pere Josep Canyelles, Joan Melià, Rafel Maneja y Francesc Solivelles. El tribunal, «integrado por la flor y la nata de los músicos de la Mallorca del momento», a saber, Joan Aulí, Joaquim Sanxo y Guillem Amengual, decidió que Torres quedara en primera posición, Torrens en segunda y Solivelles en tercera. «Pero tal veredicto no fue del agrado de los que hasta por entonces cortaban el bacalao dentro de la Catedral y desde la cúpula no se quiso dar ninguna resolución a los referidos exámenes hasta 1870, dos años después de haberse convocado y cuando ya hacía uno que había muerto uno de los censores, Joan Aulí. Entonces, el cabildo y el obispo de Mallorca cogieron las riendas de tal asunto y pasando olímpicamente del veredicto emitido decidieron que Solivelles continuara en el cargo de organista interino, tanto si gustaba como no. Y como nadie protestó abiertamente, el caso se dio por archivado».

Joan Círia, pianista e investigador galardonado con un Premi Castellitx.

Círia no tiene dudas al respecto: «Hubo favoritismos más que evidentes a la hora de que Solivelles llegara a tal cotizado cargo. Así, gozando de este misterioso favoritismo patrocinado por no se sabe quién, el músico de Randa pudo estar desde 1866 a 1901 al frente del órgano de la Catedral sin ninguna traba y recibiendo una sustanciosa nómina, a pesar de que no había sido el aspirante más valorado ni tampoco tener estudios religiosos ni aspiraciones para alcanzar el sacerdocio».

Treinta y cinco años después de que Solivelles hubiera obtenido el cargo de organista de la Seu se convocaron unas nuevas oposiciones para intentar cubrir la plaza de la debida forma. Y Solivelles, como no cumplía con los requisito, no se presentó. De los exámenes salió victorioso el presbítero Bernat Sales, «que era un virtuoso organista y del que dicen no tenía rival como tal en toda Mallorca», aclara Círia. «Pero Solivelles se las arregló para que él fuera nombrado organista suplente o auxiliar, cargo que oficialmente tenía que ser otorgado al aspirante Joaquim Engronyat, que quedó segundo durante las oposiciones de 1901. Un nuevo e inexplicable favoritismo a beneficio de Solivelles», subraya.

Lejos de acabarse los favoritismos, estos volverían a darse más adelante. Pocos meses después Bernat Sales aprobó las oposiciones a organista de la Catedral de Sevilla y después de renunciar a su plaza en la Seu, Solivelles volvió a tomar el mando de los órganos del templo que no soltó hasta 1910. «Tampoco se explica por qué motivo de 1901 a 1910 ningún miembro de la directiva de la Seu tuvo el valor de convocar unas oposiciones. Otro favoritismo inexplicable a beneficio de Solivelles», remarca Círia. Ya en 1910, con un Solivelles de 70 años de edad, este decidió retirarse del cargo. Finalmente se convocaron unas oposiciones «y por arte de birlibirloque, Solivelles fue elegido inexplicablemente presidente del tribunal. Unas oposiciones que volvió a ganar Sales. ¿Un nuevo favoritismo entre amigos que dio cierto beneficio de Solivelles a Sales? Yo creo que sí».

Círia suma diez años volcado en la investigación de la escena musical mallorquina de los siglos XVIII y XIX. Por lo tanto hacía tiempo que conocía algunos datos de la carrera y biografía de Solivelles pero «fue durante una conversación mantenida en 2015 con un buen amigo y sabio estudioso de la historia de la música balear, mossèn Joan Parets, cuando me comentó que él conocía a los actuales descendientes de unos familiares de Solivelles y que estos aun custodiaban algunas partituras, fotografías y detalles de su carrera». Después de aquella entrevista con Parets inició la investigación sobre el músico, «simplemente para intentar que lo que sus parientes sabían no se perdiera para siempre». A partir de ahí, «poco a poco y con paciencia», Círia siguió durante cinco años el rastro de Solivelles, «completando y enriqueciendo lo que de él se sabía hasta ese momento». Entre sus descubrimientos, uno de gran peso, el lugar de nacimiento de Solivelles, Randa (en concreto en la possessió d’Albenya), y no Palma, como se pensaba hasta ahora debido a un «error», que tiene su origen en los años 60 del siglo XX, cuando se hizo un listado de todos los maestros de capilla y organistas que había tenido la Catedral.

El conocimiento de Círia sobre Solivelles también le lleva a afirmar que «parece que no fue un organista virtuoso ni tampoco llamó estrepitosamente la atención del público». Como compositor fue «bastante flojo y descafeinado» y de su producción solo se tiene constancia de algunas «obras sencillas de corte religioso».

Para Círia, ganar un Premi Castellitx significa un reconocimiento a una labor, la de la investigación musical, no siempre valorada, todo ello a pesar de que la ceremonia de entrega no se celebrara por la pandemia, circunstancia que no le ha impedido recibir el galardón y el premio en metálico que le corresponde.

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